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Cuando los hijos crecen, toca que las madres se renueven

Publicado por Sara Noheda el 1 de septiembre de 2015
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Las mujeres que han elegido tener hijos parece que lo han decidido conscientemente. Criar, educar y estar pendiente de ellos, se ha convertido durante muchos años en su prioridad, en su referente, en su día a día. Pero, cuando llega la madurez, la vida presenta cambios inesperados, en esta ocasión no elegidos por una misma y, la vida de esa mujer sufre una transformación tan notable que resulta ciertamente difícil de asumir para ella. No nos referimos en esta ocasión a los cambios físicos que se atraviesan con el paso de la existencia sino más bien a los cambios del alma, a la transformación de las necesidades emocionales y a la evolución de su capacidad de relación.

Durante la primera etapa, esa madre se desvive por cuidar de su familia y sacar adelante a esos hijos, por educarles y hacerles adquirir unos valores que les acompañarán durante toda su vida, se siente útil, capaz y con fuerzas para afrontar todo los retos que la vida le va trayendo consigo y con su decisión. Con el paso del tiempo, es ley de vida y, esos niños que antes eran pequeños, empiezan a abandonar sus casas, aunque todo hay que decirlo, esto se produce cada vez más tarde... Con la llegada de la independencia de los hijos, llegan otras muchas sorpresas y cambios inesperados.

La relación materno-filial adquiere entonces un rumbo totalmente distinto al desarrollado hasta entonces, es cuando la madre se ve envuelta en una espiral que la arrastra a una sensación de abandono, de sentimientos de inutilidad y/o de vacío. No resulta fácil reconducir una vida hasta entonces dedicada a los suyos y ahora sin aparentes motivadores que le hagan salir con fuerza de nuevo a luchar por algo.

Para combatir esa desesperanza y esos sentimientos de soledad, la mujer debe creer en sus capacidades y ponerle su dosis de voluntad, haciendo una búsqueda exhaustiva sobre qué actividades la pueden llamar la atención y probando alguna de ellas. Rellenar el tiempo vacío, cubrir esa soledad latente y aprender a disfrutar de esa libertad impuesta es fundamental para poder desarrollarse en esta nueva etapa.

El arte es una de las actividades estrella elegidas por la mujer renovada, en él podríamos destacar la pintura, la cerámica, la música, la escritura creativa, etc. Otras se decantan por el camino de los viajes o por la instrucción y adquirieren ciertos conocimientos que la ayudarán a elevar su nivel cultural como son la informática o algún idioma oficial.

Aquí entra un juego una variable importante, las relaciones. Ni qué decir tiene que es primordial rodearse de personas afines, conocid@s que se convierten en nuevas amistades y viej@s amig@s que siguen estando ahí. Compartir el tiempo te acerca a los demás, te enseña quién eres y te lleva a disfrutar de una vida mejor.

Parece que las mujeres renovadas se dan cuenta de su gran potencial en esta maravillosa etapa en la que no sólo se han demostrado sus capacidades parentales sino que también han alcanzado su desarrollo personal y social.

Bienvenida sea esta etapa que algunas mujeres reciben con recelo pero que forma parte de la continuación de la vida, de otra elección, seguir aquí buscando ser feliz.